Cumplía años en ese junio de 1977 en aquella Lima del Perú y como regalo de cumpleaños me propuse aprender de memoria tres poemas de los tres más grandes poetas peruanos que yo conocía en esa época: Mariano Melgar, José Santos Chocano y César Vallejo. Estaba cansado de tanta geometría descriptiva y cálculo; además quería algo que me ayudara a sobrevivir o sobrellevar el sensible fallecimiento del quien en vida fuera mi mejor amigo, “Willy”, al cual también le llamábamos “el Brasileño”, porque su padre había trabajado mucho tiempo en la embajada Peruana en Brasil y por consiguiente el había nacido allá.
Es incidentalmente a consequencia del divorcio de sus padres que Willy vuelve al Perú en el año 1972 para vivir con su abuelos y tíos. Justamente en ese año yo conocía al estudiante con el pelo más largo de mi colegio que siendo un poco más de dos y medio años mayor que yo cursaba el último año de la secundaria. Willy viviría los sábados y domingos en la casa de sus abuelos que quedaba ubicada en la Florida, pero de la del Rímac. Esa situación creó una doble oportunidad que determinaría nuestra enconada amistad, Willy fue mi mejor amigo, pues los dos prácticamente viviamos y estudiabamos en el mismo sitio. La vida de Willy se apagó súbita y trágicamente en el año 1977.
Es así que entre tanto pesar, mi cumpleaños no podía ser otra cosa que una solidaria soledad, nada de tonos, de alegrías, de recibir o dar visitas o ir al cine, sólo visité y decidí enterrarme en alguna librería en el Jirón de la Unión, y es así que como venido del cielo se apareció un libro entre mis manos, la “Trilogía Poética” publicado nada menos que por las Ediciones Zalvac, precisamente en ese mismo mes y año.
Al decir de Vallejo, el libro se me apetecía como aquel pan que recién sale de las puertas del horno, lo sentía calientito y en ese caso me quemaba los dedos y quería tragármelo todo y para siempre; creo que nunca lo he terminado de saborear por completo siempre encuentro algo nuevo y enigmático en esos poemas. Me han dado vida aún cuando ya no la quería.
Pensé como con mucho cariño también en ese momento, del cual por cierto conservo muy fresco el recuerdo, que el destino no blasfemó mi deseo y que de algún modo aquel triunvirato poético me daba prueba fehaciente que no había ni hay fórmula capaz para descifrar nuestro destino certeramente; o igualmente, de dónde asirse o con que valerse, para luchar en contra de ese llamado interno que te dice: "Escríbele a la muerte, a la vida, o fragua una herida de cada palabra, expresa esa idea que la tienes presa y muda, sangra desde los reglones y a través de una solitaria coma; encuéntrale a aquellas íes todos sus puntos y piérdete irresistiblemente pero sin paradigmas dentro de tus oraciones... Y así por las noches previas a esa búsqueda poética, como que me protestaban todos los poetas apareciéndose en aquellas frecuentes pesadillas; me daban escalofríos cada vez que los veía entre mis sueños. Mucho más todavía cuando los sentía que se me acercaban y musitaban con voz ultraterrena: "Escribe, cuenta, narra, o explica" y yo me veía muy enano y flaco ante ellos, defendiéndome cuando les replicaba nerviosamente desde mis sábanas apachurrando aterradoramente al mismo tiempo las almohadas como queriendo despertarme de aquel sueño, sin poder real y definitivamente hacerlo del todo, que no había leído lo suficiente para escribir, que no había andado por el Perú lo necesario; y es así que oía a Chocano que socarronamente me decía moviendo sus bigotes que se asemejaban a los de Salvador Dalí: “Has andado poco pero te has cansado mucho” y a un Mariano Melgar, un poco más dulce y calmado, que me entonaba muy levemente come quien arruya a un niño, "sigue por la cristalina Corriente"... para al fin ver como terminaba despertándome gritando, muy de pronto, sudando de miedo, y repitiendo las mismas palabras que me pronunciaría Vallejo allí como despidiédonse humildemente con su cabeza muy gacha y otorgándome una sonara patada en las nalgas entre rayos, tempestades y aguaceros: “No vive ya nadie”, “¡No Vive ya nadie aquí!”.
Nunca he creido que se tratase de tan sólo un sueño, y siempre pensé que fue una especie de bendición y así me lo dije a mí mismo, desde de mis propios adentros me lo creí todo y grité emocionado : "¡Quiero vivir... conocer la vida carajo! y me voy a demorar un poco más para expresar lo que siento pero finalmente lo haré.
Entonces una vez ya de nuevo dentro de la "realidad", cuando vi al libro lo abracé, lo besé, lo veneré, pero también salté de angustia pues pensé y recapacité inmediatamente: "¡Hay Carambas! Este sí que ha de ser un regalo o un gaje que me jugó el destino, eso de ser entre otras cosas un poeta solitario o incomprendido o ambas cosas"
Willy fue el último de los que podrían haberme entendido porque él expectó como se desarrollaron mis pensamientos y puso mucha atención a nuestros padecimientos; pero él, años antes de morir ya había perdido la razón o se la habrían hecho perder de alguna manera; en todo caso, así también lo que le pasó a Willy, les pasó a casi todos los que de alguna u otra manera llegarían a ser mis amigos más allegados en mi generación. Ahora cuento o tengo la mala o la buena suerte de hablar solamente solo con la soledad pero lo hago con mucho regocijo.
No me puedo acordar cuánto pagué por la tal trilogía, dudo que fuera más que 15 soles, pero no importa en ese momento estaba dispuesto a darlo todo, hasta las coronillas añadiendo todo lo que tenía por aquel bendito libro, pues me parecía increíble la coincidencia onomástica y para mí el libro era precioso y único.
Es mi designio aunque huyo siempre de él, lo confieso no escribo salvo cuando ya no puedo más y me desfogo con vehemencia con algún poema, ensayo o artículo. El dinero tampoco me ha hecho, me hace o me hará escribir, ni mucho menos el dinero me ha sabido motivar o atraer, todo lo contrario me hace todas las cosas dificilisímas, lo mismo ocurre con todo lo que hago por dinero. Por eso me "decía" Vallejo desde los recuerdos de mis sueños más profundos y reveladores, "yo nací un dia que Dios estubo enfermo ... grave, pero tú cada día naces mucho peor por que eres demasiado humano"
Al año siguiente [1978] tal vez por sus éxitos, la editorial Zalvac, que aquellos tiempos estaba ubicada en la calle Inclán 868 en Miraflores, publicó otras obras antologías de poemas y novelas, me parece que también aquellas publicaciones gozaron de gran aceptación en nuestro medio; pero volviendo aquella trilogía que contaba con 110 páginas, acá les dejo los tres poemas que escogí por ser ellos de mi predilección en aquel momento y los escogí casualmente para aprenderlos y guardarlos en mis memorias, quiero decir, para hacerlos parte de mi ser y de mi existir ocasionalmente desde aquel 24 de Junio de 1977 que nunca olvidaré.
Tuesday, September 23, 2008
Poemarium - El Planeta de los Poetas - Los Tres del Triunvirato de la Trilogía Peruana: Mariano Melgar, José Santos Chocano y César Vallejo
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