Los Santos Laures Son de Santos

Don José Santos Chocano

>> Poesía a un decendiente directo del poeta <<




By John M. Kennedy Traverso


El 14 de mayo de 1875 nace el vate 
pero un día como hoy, y en otro tiempo, también naciste tú
Homónimamente es el onomástico 
de las efemérides de Colón o Regiomontano.


Como también eres José Santos Chocano 
esto debe significar mucho para ti 
Tal vez no tanto como significa para mí. 
¿Quién Puede Medir los significados?
Y ¿Cuánto valen las palabras en esa poesía que tiene cada vida? 


Empero yo no llevo el madero puesto 
de ninguna cultura salvajemente opuesta,
Imponentemente, ciega e imperial 
por la ambición decadente, de lo pútrido o descompuesto

Prefiero cargar para siempre 
Sobre mis hombros las raíces
Todos los días del Sol,
De la Luna, De mi tierra y de ese Río


El tronco ya no tan sólo es de Caupolicán
Tiene millones de astillas, es histórico, 
Y son verdaderas nuestras heridas,
Queman como cuando se calientan los huesos del Alquitrán.


Con los ramos en mi frente me hierven las malditas ideas
Y Puedo preservar en mi hoguera la ira del mismo Calcuchimac, 
Te lo digo, como si fuera al oído, nuevamente 
Yo no me circunsiso pero tampoco me bautizo,
Es más aún, siendo lo que soy, yo soy del rímac 


Pero aquellos laureles no son de Leguía 
Tampoco, aunque lo admitió, son de Rubén Darío
Sólo son los Santos Laures de Don José santos Chocano, 
El poeta y cantor de las Américas, que con su profesión de fe
ilumina las neuronas de las sienes, 
y guía enternamente el cauce de nuestros destinos 





¡Yo Carajo! Lo Admiro y su vocación la hago como mía
¡Sí! Lo Recuerdo, le ruego y lo Venero cada día,

Porque yo solamente creo completamente ¡En la Poesía!


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¡Feliz Cumpleaños!

Caupolicán quiere decir "Pedernal Azul", él fue un caudillo que en realidad no tuvo mayor éxito en comparación a su antecesor Lautauro, pero que se immortalizo entre otras cosas, gracias a "La Araucana", de Alonso de Ercilla

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Caupolicán 


Por José Santos Chocano




Ya todos los caciques probaron el madero. 
¿Quién falta?, y la respuesta fue un arrogante: ¡Yo! 
¡Yo!, dijo; y, en la forma de una visión de Homero, 
del fondo de los bosques Caupolicán surgió. 


Echóse el tronco encima, con ademán ligero, 
y estremecerse pudo, pero doblarse no. 
Bajo sus pies, tres días crujir hizo el sendero, 
y estuvo andando... andando... y andando se durmió. 


Anduvo, así, dormido, vio en sueños al verdugo: 
él muerto sobre un tronco, su raza con el yugo, 
inútil todo esfuerzo y el mundo siempre igual. 


Por eso, al tercer día de andar por valle y sierra, 
el tronco alzó en los aires y lo clavó en la tierra 
¡como si el tronco fuese su propio pedestal!


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By: John M. Kennedy © escrito en Octubre 18 del año 2011
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