Sunday, November 02, 2008

El Primer Gimnasio Competitivo del Rímac - El “Gym Club” de Ciudad y Campo en Lima Perú

Resolución Magisterial Firmada el Jefe del IPD


Una de mis tarjetas de Negocios y de Presentación en el Perú en los 80s

Gym Club logo is © John M. Kennedy T. All Rights Reserved

Hace poco logré reencontrarme telefónicamente, con un ex alumno y miembro de mi gimnasio que fundé en el Rímac. En aquél entonces él cursaba estudios superiores en leyes creo que en la Universidad Villarreal. Él no era el único; varios lo hacían e iban a la unversidad como él. Habían otros muchachos que venían desde muy lejos a entrenar allí, como por ejemplo un sanmarquino de la facultad de veterinaria, que vivia en la urbanización Palomino, para que tengan una idea, él se demoraba dos horas de ida y dos horas de regreso para acudir al gimnasio tres veces por semana.. Todos los que lo conocíamos estabamos muy orgullosos de sus logros y de él como persona. Era muy especial para mí, pues que gente de todas partes de Lima viniera a verme y a entrenar en mi "Gym" especialmente porque éste estaba ubicado en uno de los lugares más pobres de Lima, me motivaba mucho y por eso me esmeraba por atenderlos de la mejor manera posible. Me costó mucho trabajo hacer el bendito gimnasio, pero cómo estoy ahora tan contento de haberlo hecho, me da mucho gusto y alegría. Confieso, no fue mi idea la de ponerlo ahí, fue la de mi padre, quien me convenció para hacerlo.

Para esos tiempos, yo y un muy buen deportista, y mi más fiero competidor, que se apellidaba Barrera, y que vivía en barranco, habíamos ya fijado nuestro local en el centro de Lima, también, otro competidor, “Batminton”, es decir Eduardo B., se uniría como socio. Los planes estaban muy adelantados para todo ello, inclusive Barrera me da un paquetón de dinero, para que yo lo guardara y así juntamos una buena cantidad entre los dos que sumaba lo suficiente para comprar los “fierros” y pagar algunos meses de renta. Pero la mala suerte hace que visite, tras una invitación, a un familiar muy cercano que me convence durante nuestra conversación que los negocios mejor se hacen sin socios. Lo cual económicamente hablando era una tontería para mí, pero allí mi padre saltó con la idea y dijo: "Pues hazlo en el Rímac, ¡cáspita!".

Esa casa que era para mi madre, QEPD, un palacio, estaba en muy malas condiciones, la tenía que arreglar casi por completo, por otro lado quedaba en el medio de una calle que está ubicada todavía al frente de un estadio pequeño, el “Alejandro Villanueva”, que en esos tiempos era como decir: Queda en “la Conchinchina”. Más aún, por allí y en aquellos tiempos los únicos negocios que podían sobrevivir eran pequeñas tiendas de abarrotes y ferreterías.

Yo me quedé pasmado al oír tal exabrupto, pero pensando en cómo le hubiere gustado a mi madre. Ella, que en vida, tanto ayudaba y abogaba por lo niños de mi barrio así como también estaba avocada dentro de un comité de damas en la tarea de construir o modernizar el templo de Ciudad y Campo; además viéndolo reír a mi padre con tanta emoción, decidí: ¡Qué Carajo y vamos pa’ dentro! Le devolví su dinero a Barrera explicándole lo sucedido, él me entendió dándome su bendición y yo me embarqué en una aventura maravillosa: 'El Gym Club'.

Fueron momentos muy bellos y sus recuerdos perduran en mi vida. Yo trabajaba en un maldito gimnasio que quedaba al lado justamente de los baños Turcos Pardo. ¡Sí! Precisamente, el de allí al frente del cine Pacífico; a donde iba Ferrando y muchos otros artistas más de la televisión Peruana. Allí los meseros que atendían me llamaban: “Huevo”, porque me veían comer, 10 claras y una yema de huevos todos los santos días que tienen las semanas, los meses y los años. Pero nunca me llamaron “huevón”, porque además que no lo era, me tenían respeto por mi musculatura y mi estado físico.

Allí “vegeté” yo con la alcurnia limeña de aquellos años, conociendo extranjeros y extranjeras; viendo toda suerte de nalgas femeninas y pensando en los poemas de Melgar, Chocano, Vallejo, Eguren, y Martín Adán, para subliminarme de todo aquello, pero más que nada yo estaba concentrado en como ganar el próximo campeonato con el mísero sueldo que recibía, que no me alcanzaba para nada, ni para comprar margarina. En aquel tiempo, yo comía mucho pastel de quínoa por la proteína que ésta posee, y por el sabor que me fascina. ¿Se podría decir entonces, que era pastelero? Mi plato preferido era el 'pavo del pobre", o sea camote al horno, como también la yuca, frijoles, agua, leche y ya lo dije huevos. A la carne la veía una vez cada quince días, pero mi caucau era casi obligatorio todas las tardes. Era bendecido casi siempre todos los domingos en las mañanas por un café pasado con leche bien caliente, servido éste en un vaso ceremonial muy grande de cristal trasparente y grueso, parecía un Kero, así al tomarlo, yo me lamentaba mucho y cada vez más a medida que yo mismo lo veía como me lo iba consumiendo, era un asunto existencial, quasi-entrópico y muy recursivo.

En aquellos desayunos no me faltaría tampoco un buen pan francés con chicharrones, camote frito y morcilla. Poco a poco mis lágrimas brotaban por la emoción nirvanezca que me producían esos sabores viscerales, me convertía en instantes eternos en un oxímoron biológico; para ponerlo en el latinismo contradictio in terminis exacto, me transformaba en un buda musculoso
y definido. Llevo muchos años por acá en Nueva York, he visitado muchos sitios en el mundo, y nunca he podido encontrar aquel sabor tan especial.

Comía mucha fruta, bananas, naranjas, manzanas, papayas, membrillos y chirimoyas, sobre todo tomaba muchos jugos surtidos donde “Mamertiana”, que era el nombre de una juqueria localizada en la avenida Alcázar. "Mamertiana" los preparaba tan deliciosos; siempre les instruía que añadieran tal proteína en polvo o tal cantidad de algarrobo, esto era indispensable; calculaba que mis menjunjes tenían que tener por lo menos 40 gramos de proteína en medio litro. Las proteínas eran costosísimas en el Perú; así que me era toda una hazaña poder alimentarme como es debido. En esos tiempos se calculaba que un fisicoculturista tenía que ingerir por lo menos, 2.2 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal deseado, para facilitar tanto la hiperplasia como la hipertrofia muscular. Ese era mi mayor reto, ya que mi entrenamiento era muy fuerte y ahora sé que muy excesivo. Habían veces que entrenaba dos veces al día, y lo hacia tan vigorosamente, que muchos al acompañarme a entrenar terminaron vomitando porque no resistían la intensidad con que yo solía entrenar, fueron muchos años pegado al fierro y a aquel "caballeje". Si no pregúntenle a la “abeja maya” ¿adónde estará? Él se encojonaba mucho cuando le llamaban por medio de ese cruel apodo. Él era de origen japonés, tenía una contextura muy buena pero al verlo desde lo lejos, como que le faltaba algo de simetría, era de estatura muy baja y tal vez sería por eso que no impresionaba ni al público ni tampoco a los jueces.

Por esos tiempos mi plan máximo era irme a la ceja de selva, a pedir o comprar algún terreno para poder vivir fuera de Lima y en paz, en una zona un poco más frondosa y natural, se podría decir que ya en esos tiempos yo era ecológico, como parte del proyecto de la expedición, propiciada en cierto modo por las ideas del presidente Fernando Belaunde Terry, estaban mi padre, QEPD y un profesor alemán con quien trabajé en un proyecto para diseñar y fabricar una máquina de ejercicios de múltiples 'estaciones' para el club Regatas Lima. Nosotros estábamos interesados en diseñar catamaranes especiales para cruzar y aprovechar los ríos como vía de transportación entre los pueblos, estábamos muy motivados, yo tenía 24 años mi padre mucho más que 70 y Boris otros tantos, y definitivamente tal vez hubiera sido mucho mejor para mí y mis socios, pero no pudo ser así, y todo porque me clasifiqué para representar al Perú en el IFBB Mr. Universo del 1984. Y, como que muchos por ahí estaban muy felices que yo me fuera, al cabo de los años me doy cuenta del porque.

Vendí mi arenero, me despedí de mis alumnos, lo cuales me agasajaron, no era la primera vez que salía al exterior a competir, lo había hecho ya un año antes cuando fui al Ecuador, a la ciudad de Ambato, obtenienedo un segundo puesto en el Sudamericano. Ernesto Piñeiro, un argentino que venía compitiendo desde el año en que yo nací ganó mi categoría. Bueno, compré el susodicho pasaje y con una resolución magisterial, me dieron la tal visa sin problemas, y de allí no regresé a Lima hasta el día de mi santo del año del Señor de 1998, es decir 14 años después. Lo cual ni a Boris, ni a mi padre ni mucho menos a mí nos parecía posible, pensábamos o imaginábamos que yo no iba a querer o poder llegar a hacerlo, pues ¿para qué santos me iba a quedar? si me gustaba entre muchas otras cosas, la comida peruana, me encontraba muy cómodo en mi Rímac, era más criollo que el mismo caucau y aunque lo escribia aún no podía hablar el inglés perfectamente, además me iba bastante bien en mi país. Pero esto ya es otra parte de la historia de mi cruenta vida.

De alguna manera, siempre y desde muy temprana edad, yo crucé a Lima del este al oeste, desde el Rímac a Miraflores. Desde una clase a la otra. Desde lo más bajo hasta lo más alto de la fábrica social. A ellas yo les llamo mis travesías horribles y surrealistas. En una hora y un poco más, apretado dentro de un bus cardinalmente cambiaban todos los “aires” de aquellos ambientes entre semáforos enloquecidos. Lima virreinal, Lima moderna y Lima la horrible, cómo la he caminado.

Al tema del “Gym club” volveré en algún rato, todo lo que hubo ahí fue transformado o diseñado por mis manos de alguna manera, y todo fue hecho en el Perú. Aquí abajo un diseño a mano alzada para que lo construyas si es que quieres. Es una modificación de otras sillas similares pero puse mucha atención al rango y soltura que tienen que tener los brazos y por eso el ancho tanto del respaldar como del asiento corresponde a éste criterio y es más bien angosto y coníco. El aparato se utilizó más que nada para hacer biceps [curls rotacionales] con mancuernas, ya sea de forma alternada o no; y también para ejercitar los hombros con barra o con mancuernas. Yo entrené mucho en la primera versión de esta silla en el año de mi partida justamente para ese campeonato fátidico del '84. Me olvidava, como estaba algo apretado de dinero, hice un esfuerzo para reducir el material al extremo que como se aprecia en la imagen de abajo la silla tiene 3 "patas" solamente.

"Silla Turca"
Diseño por
© John M. Kennedy all Rights Reserved



Pequeña revisió by JMK @ 9 de julio de 2009

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